El Club de Reparadores, una iniciativa para preservar los objetos antiguos y arreglar los dañados.
En
contra de la cultura descartable, dos amigas crearon este proyecto
donde la idea es juntarse en diferentes lugares y que cada uno lleve a
reparar lo que desea seguir utilizando.
Allrededor
de cincuenta personas merodean por la vereda del Centro Cultural
Matienzo, donde se realiza la cuarta edición del Club de Reparadores.
Banderines de colores, carteles de Artículo 41 y lucecitas colgadas en
la pared decoran el evento, al que siguen llegando familias.
Algunos
vienen por segunda o tercera vez, otros se acercan, curiosos, a
preguntar qué está pasando. Tablones de madera sirven de apoyo para
reparar una plancha, una minipimer, un espejo o una tostadora de 1940
que ya no funciona. Muchos vinieron en bicicleta. Otros caminando. Y
otros llevaron la bici para repararle el manubrio o un pedal.
El
Club de Reparadores es un evento itinerante que idearon Marina Pla y
Melina Scioli, dos amigas de lo sustentable y enemigas de la
obsolescencia y la cultura de lo descartable. Se trata de un proyecto
colectivo donde el lugar de encuentro va variando.
¿El
objetivo? Que la gente se acerque a reparar objetos propios que fueron
dañados o que son muy antiguos y desean seguir utilizando. Para llegar a
este evento, primero crearon Artículo 41, con el objetivo de promover
la sustentabilidad a través de proyectos y acciones de comunicación y
participación ciudadana.
El
impulso para hacerlo fue el artículo 41 de la Constitución Nacional,
que contempla el derecho de todos los habitantes a un ambiente sano y
condena el daño ambiental. Comenzaron diseñando carteles para generar
conciencia y terminaron creando este club.
La
primera edición fue en Parque Lezama, el 28 de noviembre de 2015.
Luego, como las creadoras del club estaban casualmente en Bariloche,
hicieron la segunda edición allí. Ahora se realizará un evento
independiente también en esa ciudad.
"Este es un evento voluntario e impulsado muy a pulmón", cuenta Marina, de 35 años y diseñadora gráfica, mientras anota en un cuaderno a cada persona que llega al evento. "La idea es que nos digan qué trajeron para arreglar, y que antes de irse nos avisen si pudieron repararlo o no".
No olvidarse de los repuestos
Marina
agrega algo importante: "Por lo general, el 80% de los objetos que
traen se pueden reparar. El tema es si se necesita algún repuesto que el
dueño no pudo traer; nosotras les decimos que si saben que van a
necesitar algún material extra lo traigan de su casa".
Mientras
tanto, una nena sella con tinta rosa unos boletos de subtepass que
utilizan para promover la movida."Traje un inflador de bicicleta, dos
teclas de un alargue para soldar y un turbo que es temperamental y
arranca cuando quiere", dice Marta Rovere, de 71 años. Ya es la segunda
vez que viene y cuenta que, en su casa, ella misma repara todo.
En
el evento, los vecinos pueden arreglar las cosas ellos mismos con la
ayuda de algún especialista o aficionado, o simplemente observar e
intentar aprender cómo repararlo por si se vuelve a romper.
"Hacemos
un relevamiento de la zona para ver qué reparadores hay y los invitamos
a que se sumen. La invitación es abierta para que venga todo aquel al
que le divierta la movida, y también gente que tenga este oficio o que
se da maña y se quiera acercar", dice Marina.
A
su lado, una lámina blanca con el mapa de Villa Crespo posee varios
alfileres que indican dónde se puede encontrar por el barrio a algunos
reparadores especialistas. La idea es que los vecinos puedan acudir a
ellos si se vuelve a romper un objeto y es muy difícil repararlo en
soledad.
Las
dos amigas emprendedoras ya solían juntarse a enmendar su ropa algún
que otro fin de semana. "Como Marina sabe de costura me ayudaba a coser
mi ropa", dice Melina, de 29 años y consultora en sustentabilidad.
Monopatines, espejos y ropa
Una
nena de vestido violeta y pelo colorado aguarda de la mano de su mamá
que arreglen su monopatín. Las dos miran con atención al voluntario que
intenta reparar cuanto antes el juguete de la niña.
Al
lado, Marta intenta soldar un espejo con luz, pero finalmente lo hace
otro voluntario.Para el club, Pablo Giordano ya es un ícono: está
presente desde la primer edición.
Con
anteojos, y una concentración extrema, intenta arreglar una tostadora
que fue comprada hace poco y que trajeron padre e hijo, vecinos de la
zona, a reparar. Pablo, que en cada edición demuestra su oficio en la
materia, recibirá a cambio la alegría del dueño que se va con su objeto
reparado.
Analía
Fridman cuenta que, como sus padres viven por el barrio, la semana
pasada ya se había dado una vuelta por el evento. "Hoy traje esta
mochila que hace mucho no usaba y que no sabía exactamente cómo
reparar", dice.
Ella
está sentada a unos metros de Florencia Dacal, quien recicla,
transforma y reutiliza prendas o géneros en su marca: Dacal. Florencia
es la experta que viene cada edición a dar una mano en el área de
costura.
"La propuesta de eventos comunitarios para reparar colectivamente existe en otros países bajo el nombre de Repair Café o Restart Parties", explica una presentación del club. Pero si bien el espíritu es similar, estas iniciativas están solamente orientadas a la reparación de aparatos electrónicos. Por lo tanto, la idea de Melina y Marina es de las primeras en la Argentina.
"Reparar
extiende la vida útil de las cosas evitando que se conviertan en
residuos; en este sentido, es un acto de sustentabilidad", reza uno de
los lemas del evento, que combate la cultura de lo descartable. Las dos
amigas, intentarán que esta idea se instale en todo el país.
Próximos Encuentros
El
sábado, 23 de septiembre se hará el Sinergia Design en Montevideo
(Uruguay) en la calle Colonia 2235 - El Sábado 7 de Octubre en la
localidad de San Miguel (Bs. Aires) en la Plaza Juan Manuél de Rosas.
Si querés saber más, aquí está su web y el contacto a través de Face.