CARACTERÍSTICAS DE LA LITERATURA CLÁSICA
Se
conoce como literatura clásica a la producción literaria griega y
romana. Este período literario considera desde las primeras
manifestaciones orales hasta el siglo IV después de Cristo.
Tradicionalmente se ha enfocado en el estudio de Grecia y Roma, es la
piedra angular de la literatura Universal.
A estas alturas sigue siendo ineludible la influencia de la literatura clásica en la actualidad. Esta tradición grecorromana es la base impenitente de los géneros que se conocen en la modernidad más actual que siguen triunfando en la literatura, un amplio espectro de géneros a los que tímidamente puedan ser añadidos algunas creaciones como el cómic, si es que algunos especialistas en estos temas tienen a bien considerarlo como literatura moderna.
A estas alturas sigue siendo ineludible la influencia de la literatura clásica en la actualidad. Esta tradición grecorromana es la base impenitente de los géneros que se conocen en la modernidad más actual que siguen triunfando en la literatura, un amplio espectro de géneros a los que tímidamente puedan ser añadidos algunas creaciones como el cómic, si es que algunos especialistas en estos temas tienen a bien considerarlo como literatura moderna.
Mosaico de la Odisea
No
cabe olvidarse de semejante fundamento a la hora de abordar cualquiera
de los géneros en los que se clasifica la literatura tal y como la
conocemos hoy. Sigue siendo la épica de griegos y romanos (La Ilíada y
La Odisea) el género transversal a todos ellos, y el más tardío viene
siendo la novela, aunque para los presentes lectores de menos de 30
años, ya se considere un género clásico.
Y por supuesto que lo es, como lo es la poesía y el teatro, pero también lo son los tratados científicos y la fábula, la sátira o el ensayo si la filosofía en este último ha logrado transmitir conocimientos, y es la base de la pedagogía en la transmisión de conocimiento en los libros escolares, por ejemplo.
Y por supuesto que lo es, como lo es la poesía y el teatro, pero también lo son los tratados científicos y la fábula, la sátira o el ensayo si la filosofía en este último ha logrado transmitir conocimientos, y es la base de la pedagogía en la transmisión de conocimiento en los libros escolares, por ejemplo.
La
tragicomedia en el teatro, la lírica en la poesía o la épica en la
novela actual ya clásica, siguen siendo la consecuencia de aquellos
textos latinos de la antigua Grecia y la posterior Roma, que nos dejan
toda la sabiduría que no hace más que repetirse con otras fórmulas
novedosas, pero en constante clonación. Muestra palpable de la
influencia de los ancestros mediterráneos en nuestra literatura es el
Ulisses de James Joyce, la novela que siempre se presenta como
referente. Pero no es el único caso porque en España se siguió este
influjo persistente en títulos de Buero Vallejo, de Alvaro Cunqueiro y
Torrente Ballester, sin saber muy bien a estas alturas cuál de estas
simetrías es la más afortunada o ninguna lo ha sido realmente. Todo
aquel que haya leído a James Joyce en Ulisses, lo sabrá.
Pero
es que en la lírica, torrente de sentimientos en el género de la poesía
que llega hasta hoy y rompe precisamente en los últimos cien años con
la pesada carga de batallas e interioridades incomprensibles para el
hombre moderno, también bebió de la literatura clasica, concretamente
del Ulises de la Odisea y del Homero de la Ilíada. Igual ocurre con el
teatro y la novela, siguen tomando la savia que el teatro clásico emana y
no es una suposición arbitraria.
La apoteosis de Homero, obra de Jean Auguste Dominique Ingres, 1827, Museo del Louvre
La
literatura clásica, es un lenguaje privilegiado que transmite
sentimientos, inculca valores y evoca imágenes, apela a la imaginación y
a la sensibilidad al permitir que lo ficticio y lo real se entrelacen y
se nutran mutuamente.
Por lo tanto, la literatura no solo cumple con la función comunicativa propia del lenguaje, sino que alimenta el espíritu y fomenta el quehacer creativo del individuo.
Mediante el estudio de textos literarios y abarcando diferentes lenguas, culturas, géneros, épocas, movimientos, generaciones y autores, las cuales contemplan, estudian y exploran el campo literario desde una perspectiva estética, creativa, cultural y social, estamos reconociéndonos en la universalidad de los sentimientos, los hechos y la cultura.
Por lo tanto, la literatura no solo cumple con la función comunicativa propia del lenguaje, sino que alimenta el espíritu y fomenta el quehacer creativo del individuo.
Mediante el estudio de textos literarios y abarcando diferentes lenguas, culturas, géneros, épocas, movimientos, generaciones y autores, las cuales contemplan, estudian y exploran el campo literario desde una perspectiva estética, creativa, cultural y social, estamos reconociéndonos en la universalidad de los sentimientos, los hechos y la cultura.
La apoteosis de Homero, obra de Jean Auguste Dominique Ingres, 1827, Museo del Louvre
Un
viaje a las obras más importantes de la literatura occidental. Homero,
Safo, Píndaro, Esquilo, Sófocles, Eurípides, Aristófanes, Teócrito,
Lucrecio, Catulo, Virgilio, Horacio, Ovidio, Petronio y Apuleyo son los
padres de casi tres milenios de literatura. La lectura de los clásicos
es fundamental para explorar a fondo a los escritores contemporáneos.
LITERATURA CLÁSICA ESPAÑOLA QUE NO PASA DE MODA
Estatua del Cid por Anna Hyatt Huntington en la Avenida del Cid de Sevilla, Andalucía, España.
Dicen que las modas son efímeras, pero como se confirma históricamente, los clásicos son la única lectura inmune a la acción corrosiva del tiempo en cuanto a modas se refiere. Es y ha sido una literatura básica para poder crear lo nuevo: géneros, voces, incluso, nuevos tipos de pensamiento.
Del mismo modo, la literatura española cuenta con un gran elenco de obras clave que corroboran su resistencia a las tendencias.
Cronológicamente hablando, no se puede prescindir de la épica historia del valiente héroe nacional de la Edad Media que recuperó España entera con Tizona y Colada bajo el seudónimo de El Cid el campeador.
Por otra parte, La Celestina, una comedia humanista repleta de erotismo, envidia y egoísmo que marcó un antes y un después en la literatura medieval.
No se puede dejar atrás El lazarillo, obra que recoge un reflejo social tan español del siglo XVI que acabó creando un género único y nacional, la novela picaresca.
Cómo no, en esta escueta lista es imprescindible El Quijote, obra considerada la primera novela siglos antes de la constatación de dicho género con el loco más cuerdo y entrañable de la historia.
Aunque faltan muchos títulos en la lista, se podría concluir, viajando más adelante en el tiempo, con la obra de Clarín La Regenta, característica por su análisis quirúrgico de la ciudad de Vetusta tanto cartográfico como político social de la época plagada de erotismo reprimido, engaños, convenciones sociales y revoluciones.
14 RAZONES POR LA QUE LEER LOS CLÁSICOS, SEGÚN ITALO CALVINO
Italo Calvino
A
veces los clásicos dan pereza. Uno lee para pasarlo en grande, y por
alguna razón, sospecha que eso no va a ocurrir con Heródoto. Otras veces
dan vergüenza. A estas alturas de mi vida cómo he podido no haber leído
aún ‘En busca del tiempo perdido’. También pueden dar respeto, uno
piensa que no los va a entender, que hay que estar muy atento, que no
tiene tiempo para eso. El caso es que a menudo olvidamos que si se han
convertido en clásicos es por algo y que encierran una posibilidad de
disfrute a menudo infravalorada.
Ojo, que nadie dice (al menos no yo) que uno vaya a gozar con cada clásico. O que haya que leerlo aunque a uno le aburra soberanamente. No, simplemente que hay que darles la oportunidad de convertirse en uno de nuestros libros de cabecera, y para comprobar su potencial hay que leerlos. Por eso entre las lecturas contemporáneas no está de más colar los grandes títulos de otras épocas. En esa línea se pronunciaba el escritor Italo Calvino en un ensayo titulado precisamente ‘¿Por qué leer a los clásicos?’. Vale la pena leerlo entero (y lo podéis hacer en Urbina Volant), pero aquí tienes resumidas las 14 razones.
Ojo, que nadie dice (al menos no yo) que uno vaya a gozar con cada clásico. O que haya que leerlo aunque a uno le aburra soberanamente. No, simplemente que hay que darles la oportunidad de convertirse en uno de nuestros libros de cabecera, y para comprobar su potencial hay que leerlos. Por eso entre las lecturas contemporáneas no está de más colar los grandes títulos de otras épocas. En esa línea se pronunciaba el escritor Italo Calvino en un ensayo titulado precisamente ‘¿Por qué leer a los clásicos?’. Vale la pena leerlo entero (y lo podéis hacer en Urbina Volant), pero aquí tienes resumidas las 14 razones.
1. Leer por primera vez un gran libro en la edad madura es un placer extraordinario: diferente (pero no se puede decir que sea mayor o menor) que el de haberlo leído en la juventud.
2. Se llama clásicos a los libros que constituyen una riqueza para quien los ha leído y amado, pero que constituyen una riqueza no menor para quien se reserva la suerte de leerlos por primera vez en las mejores condiciones para saborearlos.
3. Los clásicos son libros que ejercen una influencia particular ya sea cuando se imponen por inolvidables, ya sea cuando se esconden en los pliegues de la memoria mimetizándose con el inconsciente colectivo o individual.
4. Toda relectura de un clásico es una lectura de descubrimiento como la primera.
5. Toda lectura de un clásico es en realidad una relectura.
6. Un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir.
7. Los clásicos son esos libros que nos llegan trayendo impresa la huella de las lecturas que han precedido a la nuestra, y tras de sí la huella que han dejado en la cultura o en las culturas que han atravesado (o más sencillamente, en el lenguaje o en las costumbres).
8. Un clásico es una obra que suscita un incesante polvillo de discursos críticos, pero que la obra se sacude continuamente de encima.
9. Los clásicos son libros que cuanto más cree uno conocerlos de oídas, tanto más nuevos, inesperados, inéditos resultan al leerlos de verdad.
10. Se llama clásico a un libro que se configura como equivalente del universo, a semejanza de los antiguos talismanes.
11. Tu clásico es aquel que no puede serte indiferente y que te sirve para definirte a ti mismo en relación y quizás en contraste con él.
12. Un clásico es un libro que está antes que otros clásicos; pero quien haya leído primero los otros y después lee aquél, reconoce en seguida su lugar en la genealogía.
13. Es clásico lo que tiende a relegar la actualidad a categoría de ruido de fondo, pero al mismo tiempo no puede prescindir de ese ruido de fondo.
14. Es clásico lo que persiste como ruido de fondo incluso allí donde la actualidad más incompatible se impone.
Pero en ese mismo ensayo también insiste en que no hay que sentirse obligado a leer una lista de libros “imprescindibles”: “Si no salta la chispa, no hay nada que hacer: no se leen los clásicos por deber o por respeto, sino sólo por amor”. Si quieres saber qué clásicos se convirtieron en sus clásicos, cuáles eran los títulos que Italo Calvino amaba, puedes leer el libro ‘Por qué leer los clásicos ‘ donde comenta sus obras favoritas, de autores como Homero, Diderot o Balzac.
¿Por qué es importante leer los clásicos?
Dicho
todo esto, queda la pregunta principal: ¿cuál es el objetivo o
beneficio de leer este tipo de literatura? Hay numerosas razones,
algunas más superficiales –ampliarán tu vocabulario, te harán más culto,
te permitirán identificar referencias de la cultura popular- y otras un
poco más profundas –te harán más empático, te abrirán la mente a nuevos
puntos de vista-; pero lo cierto es que la principal razón para leer
clásicos es que enriquecerán tu vida y tu experiencia humana como han
venido haciéndolo para generaciones de lectores. Cada uno de nosotros
-cualquiera sea la época, el lugar y las circunstancias en que vivimos-
podemos encontrar alguna conexión con las ideas presentadas por autores
ya fallecidos. No es para nada casual que hayan sobrevivido hasta
nuestros días. Son obras inmortales que merecen ser leídas y apreciadas
por lo que son.
Jorge Volpi-escritor mexicano
Los clásicos retratan de alguna forma la esencia misma del ser humano, independientemente de la época, la cultura o el lugar donde se está leyendo
La lectura es algo esencial para el ser humano, para poder descubrir otros mundos, otros seres humanos y vivir otras vidas a través de la imaginación y la ficción
Mario Vargas Llosa anima a leer literatura clásica en tiempos de crisis
Mario Vargas Llosa
Mario
Vargas Llosa envidia a ingleses, franceses e italianos por esa relación
“estrecha y viva” que mantienen con sus autores clásicos, algo que, se
lamenta, no ocurre entre quienes hablan en español. De ahí que anime a
la lectura de los “nuestros” “en tiempos de crisis”.
Los clásicos entiende el Nobel de Literatura nos ayudan a comprender de dónde venimos y hacia dónde vamos. Nos hacen más creativos y ayudan a prepararnos para los desafíos de la vida
Ejemplo de ello es “La Lozana andaluza”, que el Nobel ha vuelto a leer recientemente, algo que ya hizo de muy joven.
Me divirtió entonces y me ha divertido ahora”, afirmó Mario Vargas Llosa, para quien la obra de Francisco Delicado transmite “libertad sexual además de filológica. Está escrita con sensibilidad y humor, con unos juegos técnicos, de estructura, que parecen los de un autor contemporáneo
En esta historia de putas y alcahuetas, y sin censura moral, hay descaro y desvergüenza”, comentó el escritor peruano, firmemente convencido de que la literatura clásica necesita del esfuerzo “de todos para rescatarla de los sótanos
Por qué debes leer literatura clásica
La
literatura clásica provoca una extraña enfermedad en nuestra sociedad.
Por lo general cuando se pregunta a alguien por la lectura de un libro
calificado como clásico la respuesta suele ser “estoy releyéndolo” o “lo
leí hace tiempo”, como dando por supuesto que es un insulto a la
inteligencia no haberlo hecho ya.
La realidad es bien distinta. Sin ir muy lejos, el barómetro del CIS de junio 2015 revelaba que el 40,9% de los españoles no ha leído nunca El Quijote, obra cumbre de la literatura en castellano. De este ejemplo se puede dilucidar que obras como “La Divina Comedia”, “La odisea” u otras más contemporáneas como “1984”, “La metamorfosis” o “Rayuela” no se encuentran entre las preferencias de los lectores.
La realidad es bien distinta. Sin ir muy lejos, el barómetro del CIS de junio 2015 revelaba que el 40,9% de los españoles no ha leído nunca El Quijote, obra cumbre de la literatura en castellano. De este ejemplo se puede dilucidar que obras como “La Divina Comedia”, “La odisea” u otras más contemporáneas como “1984”, “La metamorfosis” o “Rayuela” no se encuentran entre las preferencias de los lectores.
Un
clásico tiende a relegar las preocupaciones del momento a mero ruido de
fondo. Nos sirve para contextualizar, entender la época en que fue
escrito y su importancia en nuestros días.
Un clásico es arte imperecedero. A veces la lectura de ciertos clásicos puede chocar con nuestro estilo de vida, que no nos permite dedicar largos períodos de tiempo al ocio humanista. Sin embargo, su quietud, su permanencia en el tiempo es siempre un imán que atrae generación tras generación.
Un clásico es arte imperecedero. A veces la lectura de ciertos clásicos puede chocar con nuestro estilo de vida, que no nos permite dedicar largos períodos de tiempo al ocio humanista. Sin embargo, su quietud, su permanencia en el tiempo es siempre un imán que atrae generación tras generación.
El
gen de las grandes historias reside en los clásicos, los expertos en la
materia coincidían que todas las historias beben de temas comunes y
estructuras similares. La literatura clásica tienden a hablar del ser
humano, los sentimientos más esenciales que nos rodean, la naturaleza o
la propia sociedad, por eso llegan a lectores de diferentes épocas. Una
vez uno ha leído libros como “La Ilíada” o “La odisea” entiende que
conceptos como “el viaje del héroe” o “presentación, nudo o desenlace”
se han sucedido a lo largo del tiempo. Es más, no hay que olvidar que
para romper con la estructura clásica y crear nuevos conceptos primero
hay que conocer la teoría.
A
todas luces la literatura clásica nos ayuda a entender mejor quiénes
somos y en qué momento nos encontramos de la historia. Un pilar básico
que no requiere de una estructura definida o lecturas obligadas como en
ocasiones intenta imponernos el sistema educativo. Hay innumerables
libros que pueden ser considerados como “clásicos”, nunca nos faltará
una buena lectura a la que acudir. A veces los clásicos, como sucede con
otras artes como el cine, requieren una lectura sopesada y lenta,
términos a los que no estamos acostumbrados en nuestros días.