Un
visionario o visionaria es una persona capaz de adelantarse
temporalmente a la comprensión que se tiene sobre alguna área del
conocimiento; reencarna el progreso y pensamiento de alguna época que se
inaugura o adquiere identidad gracias a sus aportes. Por ello, un
visionario genera cambios importantes en la cultura introduciendo nuevas
formas de concebir la realidad ya sea por medio del arte o la ciencia.
La historia ha mostrado que los visionarios llegan a ser grandes
personajes precisamente por presentar ideas innovadoras a sus comunidades con las cuales logran prever problemas o superarlos y transformar el futuro pues sus ideas
implican la ruptura de viejos paradigmas. El carácter revolucionario de
sus propuestas puede generar persecuciones por grupos tradicionalistas,
escepticismo y desconfianza. Muchos visionarios son perseguidos por sus
contemporáneos y reconocidos hasta la posteridad.
Beatriz dirigiéndose a Dante, La divina comedia
Los
artistas surgidos en Inglaterra durante el apogeo del Romanticismo, se
consideraron visionarios aquellos que representaban lo fantástico y el
culto al mundo de los sueños. Son creadores de un mundo nuevo que se
mueve entre la frialdad del Neoclasicismo y la exaltación de la
imaginación y los sentimientos del Romanticismo.
William Blake y Henry Fuseli son los representantes más característicos de esta tendencia desarrollada a principios del siglo XIX.
William Blake y Henry Fuseli son los representantes más característicos de esta tendencia desarrollada a principios del siglo XIX.
Escalera de Jacob-William Blake
En
la antigüedad, a partir del siglo VI antes de Cristo, el paradigma
científico estaba protagonizado por la teoría geocéntrica. Es decir, por
la creencia de que el Sol y el resto de planetas giraban alrededor de
la Tierra. Y, en consecuencia, la Tierra era el centro del universo.
Nadie cuestionaba ni ponía en duda esta forma de pensar. Tanto es así
que todas las hipótesis acerca del universo se desarrollaban a partir de
estos supuestos. Con el tiempo, los más eminentes pensadores y
científicos –liderados por los filósofos Platón y Aristóteles– llegaron
al convencimiento de que se trataba de una verdad inmutable.
Platón y Aristóteles, por Raffaello Sanzio (detalle de La escuela de Atenas, 1509)
Hasta
cierto punto la historia de la civilización y su desarrollo no se
habría dado sin la presencia de estos personajes, entre los más
mencionados encontramos a Galileo Galilei (mejoró el telescopio y
formuló la ley del movimiento sobre la que se basaría Copérnico),
Copérnico (formuló la teoría heliocéntrica), Charles Darwin (formuló la
teoría de la evolución), Isaac Newton (aportó los principios de la
mecánica clásica y la ley de gravitación universal), Einstein (ideó la
teoría de la relatividad con la cual cambió el paradigma de la física
de los grande elementos), Leonardo da Vinci (arquetipo del Renacimiento,
transformó la técnica de la pintura por medio de la técnica del
Sfumato, la cual se aprecia en la Gioconda. También diseñó helicópteros,
submarinos y varios artefactos que se adelantaron a lo que serían los
medios de transporte actuales), Stephen Hawking (ha generado aporte
teóricos sobre los agujeros negros)
Galileo enseñando al dux de Venecia el uso del telescopio. Fresco de Giuseppe Bertini (1825-1898)
Años
más tarde, Aristarco de Samos se atrevió a cuestionar el statu quo
científico de la época, formulando la teoría heliocéntrica. Este sabio
afirmaba que el Sol era el centro del universo y que la Tierra y el
resto de planetas giraban a su alrededor. Por aquel entonces, la mayoría
de sus colegas se burlaron y se opusieron a su hipótesis, que fue
severamente criticada y condenada. No en vano, dar crédito a esta nueva
teoría suponía asumir que ellos estaban equivocados.
Aristarco de Samos, detalle del Atlas de Andreas Cellarius (siglo XVII)
Mente visionaria
La
Historia está marcada por mentes visionarias y todas poseen ciertas
características, rasgos o comportamientos que las hacen muy parecidas.
Una mente visionaria está compuesta por una agudeza para ver los problemas desde diferentes ángulos que permitan buscar soluciones no convencionales que darán lugar a resultados muy positivos. Visionaria en el sentido de innovadora. Si Edison no hubiese analizado las cosas desde diferentes ópticas, no tendríamos bombillas. Si Karl Friedrich Benz no hubiese tenido una visión crítica de la realidad, no habría inventado el primer coche en 1886.
Una mente visionaria está compuesta por una agudeza para ver los problemas desde diferentes ángulos que permitan buscar soluciones no convencionales que darán lugar a resultados muy positivos. Visionaria en el sentido de innovadora. Si Edison no hubiese analizado las cosas desde diferentes ópticas, no tendríamos bombillas. Si Karl Friedrich Benz no hubiese tenido una visión crítica de la realidad, no habría inventado el primer coche en 1886.
Thomas Alva Edison junto al fonógrafo (1878)
La
Historia está marcada por mentes visionarias y todas poseen ciertas
características, rasgos o comportamientos que las hacen muy parecidas.
Nuestra mente está completamente mediatizada por paradigmas que nos cuesta romper y que nos limitan en exceso. De la ruptura de ellos es donde surga la mente visionaria.
Muchos de ellos consiguieron liderazgo, ese gran hombre o esa gran mujer que dejan una huella indeleble en su paso por el mundo y que son admirados, envidiados, seguidos e imitados por millones de personas.
Nuestra mente está completamente mediatizada por paradigmas que nos cuesta romper y que nos limitan en exceso. De la ruptura de ellos es donde surga la mente visionaria.
Muchos de ellos consiguieron liderazgo, ese gran hombre o esa gran mujer que dejan una huella indeleble en su paso por el mundo y que son admirados, envidiados, seguidos e imitados por millones de personas.
Vehículo Benz de 1885
Rueda de carro hallada cerca de Susa (actual Irán), datada en el II milenio a. C.; en el Museo Nacional de Irán
Nada
habría sido lo mismo sin la rueda. La historia de la humanidad, el
desarrollo de la civilización, conocieron un impulso sin precedentes a
partir de un segundo de inspiración en la mente de un individuo que, con
toda probabilidad, vivía en Mesopotamia en el siglo V antes del
nacimiento de Cristo. El primer visionario. Visionario: «que se adelanta
a su tiempo o tiene visión de futuro», según el diccionario de la Real
Academia de la Lengua.
¿Locos o visionarios?
Muchos
eren considerados como locos, pero no todos los locos eran visionarios,
detectar tendencias de futuro que la mayoría no ve y la propensión a
rechazar lo desconocido convertían a muchos genios en marginados.
Sea como fuere, este colectivo de genios está compuesto por personajes tan ilustres como Leonardo da Vinci, Nostradamus, Louis Pasteur, Julio Verne, Thomas Alva Edison, Nikola Tesla, Aldous Huxley, George Orwell, Arthur C. Clarke, Ray Bradbury y Steve Jobs, entre otros. Todos ellos tienen siete características en común.
Sea como fuere, este colectivo de genios está compuesto por personajes tan ilustres como Leonardo da Vinci, Nostradamus, Louis Pasteur, Julio Verne, Thomas Alva Edison, Nikola Tesla, Aldous Huxley, George Orwell, Arthur C. Clarke, Ray Bradbury y Steve Jobs, entre otros. Todos ellos tienen siete características en común.
1. Desafían el ‘statu quo’
Al investigar la historia que hay detrás de cada visionario, descubrimos
que todos ellos padecen en algún momento una profunda crisis que les
lleva a romper con la ancha avenida por la que transitan el resto de sus
coetáneos, explorando sendas nuevas y alternativas. Para lograrlo,
empiezan a cuestionar el núcleo de su identidad y el sistema de
creencias con el que fueron condicionados por su entorno social y
familiar. Así es como se convierten en una amenaza para el orden
establecido.
2. Inadaptados y excéntricos
No
encajan con el patrón que impera en la sociedad. De ahí que tiendan a
rechazar el modo de vida que les propone su tiempo. Y al hacerlo
atraviesan una etapa en la que se sienten excluidos y marginados. La
soledad y la incomprensión son el precio que pagan al principio por
atreverse a escuchar a su intuición y seguir su propio camino. En
ocasiones, para reafirmarse ante los demás, suelen adoptar actitudes
bizarras y conductas excéntricas, provocando que se les tache de “raros”
y “locos”.
3. Rebeldes e inconformistas
Al
ganar en confianza y seguridad en sí mismos, se sienten con más
determinación para rebelarse frente a las autoridades y los sinsentidos
de su época. A todos ellos les causa cierto deleite transgredir las
normas y romper los límites. No se resignan a vivir como se estila hoy,
sino que lo hacen como se hará mañana.
4. Libres de pensamiento
Libres
de pensamiento. Son personas que han construido un pensamiento propio e
independiente, forjado por medio de experiencias. Tienen una mente
abierta, libre de moral y de prejuicios. Suelen llevar un estilo de vida
muy poco convencional que frecuentemente causa controversia en su
entorno.
5. Idealistas y soñadores
Son
personas adelantadas a su tiempo. Tanto es así que lo que un visionario
piensa hoy es lo que asumirá la humanidad dentro de 50 años. Sin
embargo, su exacerbado progresismo les lleva a ser personas orientadas
hacia el futuro, con tendencia a abrazar quimeras y utopías.
6. Creativos e inventivos
La creatividad es su seña de identidad. Son inventores natos, cada uno en su campo. Muchas de sus ideas
acaban dando lugar a innovaciones que significan un punto de disrupción
con las propuestas actuales, que de pronto quedan obsoletas.
7. Revolucionarios orientados al bien común
Tremendamente
humanistas, los visionarios terminan por convertirse en grandes
reformadores, cuyo enfoque inspira un cambio de paradigma en la
sociedad. En el momento en que la mayoría verifica la validez de sus ideas, empiezan a destruirse y transformarse las estructuras establecidas, generando una nueva realidad.
La difusión de innovaciones es una teoría que explica los procesos de divulgación de nuevas noticias en diferentes sociedades
Todos
los adelantos evolutivos señalados por este colectivo de
locos-visionarios están sujetos a la denominada “ley de difusión de
innovaciones”, popularizada en 1962 por Everett Rogers. Este sociólogo
dedicó su vida a investigar el proceso por el cual los individuos que
forman parte de un colectivo comparten y asimilan nuevas ideas y tecnologías que permiten el progreso de la humanidad.
Los destructores del conocimiento
La
película El Nombre de la Rosa –excelente versión de la novela de
Umberto Eco,– del francés Jean-Jacques Annaud, con un grandísimo Sean
Connery y un elenco de actores encabezado por F. Murray Abraham y Ron
Perlman, siempre dejó una incógnita en que sigue siendo hoy pertinente.
¿Puede la ceguera de aquellos que custodian el conocimiento terminar con
el propio conocimiento en sí?
Sacra di San Michele-Abadía que inspiró a Eco para su novela
Carl
Sagan, en su espléndida serie Cosmos, camina por las ruinas de un
templo hasta llegar a un sótano enmohecido, donde se aprecian los restos
de estanterías que una vez albergaron la mayor biblioteca de la
antigüedad:la Biblioteca de Alejandría. Fundada en el siglo III antes de
Cristo, los reyes de Egipto que sucedieron a Alejandro el Magno, nos
dice Sagan, consideraban que el mayor tesoro del imperio eran los
conocimientos de la ciencia, la literatura y la medicina.
Representación artística del interior de
la Biblioteca de Alejandría, con base en algunas evidencias
arqueológicas (O. Von Corven)
Julio César y Cleopatra, por Jean-Léon Gérôme
En
los tiempos de mayor esplendor, la biblioteca llegó a contener cerca de
un millón de papiros. Y estos líderes apoyaron generosamente la
erudición y la investigación durante siglos. Pero fue un ejemplo que no
cundió en la mayoría de los jefes de estado, “entonces y ahora”, remarca
Sagan
Es sabida la triste historia sobre el final de esos papiros, destruidos en absurdas guerras civiles y religiosas –se cita al emperador Aureliano, al emperador Teodosio I, las revueltas de los cristianos contra las instituciones paganas egipcias en el año 390 después de Cristo, y hasta Julio Cesar como destructor accidental.
Es sabida la triste historia sobre el final de esos papiros, destruidos en absurdas guerras civiles y religiosas –se cita al emperador Aureliano, al emperador Teodosio I, las revueltas de los cristianos contra las instituciones paganas egipcias en el año 390 después de Cristo, y hasta Julio Cesar como destructor accidental.