ATENCIÓN:
EN ESTE BREVE POST HAGO UNA BREVE SÍNTESIS DE UN ARTÍCULO ESCRITO POR EL HISTORIADOR ROBERT FAURISSON QUE ANALIZA LAS CÁMARAS DE GAS DE LOS NAZIS Y SE LIMITA EXCLUSIVAMENTE A ESO, NO PRETENDE CONVENCER SINO CUESTIONAR ALGUNOS ASPECTOS POCO CLAROS DE LA HISTORIA Y PROMOVER LA INVESTIGACIÓN PROPIA
NO SE ENCONTRARÁN FRASES QUE PROMUEVAN EL ODIO O LA VIOLENCIA HACIA GRUPO ALGUNO.
PARA EL PDF CON EL ARTÍCULO COMPLETO, PUEDEN ENVIARME UN MP.
Incluso
para el asesinato más trivial, las autoridades judiciales, muy
felizmente, nunca se dan por satisfechas sólo con "testimonios" sino que
exigen, antes de cualquier otra cosa, un examen forense; para ese objetivo, el servicio técnico de la policía examina tanto la escena del crimen como el arma del asesinato,
mientras que por su parte la policía científica somete a un análisis de
laboratorio todos los elementos físicos que probablemente aclaren a los
investigadores.
Noté que en algunos antiguos campos de concentración alemanes, desde que habían sido convertidos en parques de atracciones, se les mostraba a los visitantes un cuarto que se decía que era una "cámara de gas nacionalsocialista”.
A principios de los años '60, en mi primera visita al Centre de Documentation Juive Contemporaine (CDJC) de París, mi única pregunta a aquellos que estaban a cargo había sido: "¿Puede usted mostrarme una foto de una cámara de gas nazi?". Ellos fueron incapaces de hacer aquello. Lo mismo en el Holocaust Memorial Museum de Washington en 1994, y en un buen número de otros sitios.
A principios de los años '60, en mi primera visita al Centre de Documentation Juive Contemporaine (CDJC) de París, mi única pregunta a aquellos que estaban a cargo había sido: "¿Puede usted mostrarme una foto de una cámara de gas nazi?". Ellos fueron incapaces de hacer aquello. Lo mismo en el Holocaust Memorial Museum de Washington en 1994, y en un buen número de otros sitios.
No pude encontrar
a nadie que me explicara cómo los gaseadores y sus ayudantes podrían
haber manipulado los cadáveres sin contaminarse mortalmente ellos mismos
(el ácido cianhídrico penetra la piel y se queda allí). Tras leer un
texto que fue presentado como una confesión de Rudolf Höss, uno de los
tres comandantes sucesivos del campo de Auschwitz, quedé perplejo, y
nadie fue capaz de explicarme los misterios.
Por ejemplo, ¿cómo hizo que los miembros de un Sonderkommando o "escuadrilla especial" fueran capaces de entrar "inmediatamente" en lo que hubiera sido un mar de ácido cianhídrico, y eso mientras ellas comían y fumaban; en otras palabras, sin siquiera llevar puesta una máscara anti-gas?.
Por ejemplo, ¿cómo hizo que los miembros de un Sonderkommando o "escuadrilla especial" fueran capaces de entrar "inmediatamente" en lo que hubiera sido un mar de ácido cianhídrico, y eso mientras ellas comían y fumaban; en otras palabras, sin siquiera llevar puesta una máscara anti-gas?.
Así,
puedo declarar, en conocimiento de los hechos, que habría sido
imposible hacer que 2.000 personas —como lo afirmó R. Höss en el relato
que él dio en Núremberg el 15 de Abril de 1946— entraran en un espacio de 210 mts²
Nunca los hombres del Sonderkommando habrían podido empezar, con toda su fuerza, la tarea ciclópea de desenredar, en una atmósfera llena de ácido cianídrico, tantos cuerpos unos de otros y arrastrarlos uno por uno a un pequeño ascensor que se conectaba con el piso superior y la sala del horno.
Yo había aprendido que, para un equipo de desinfestadores que realizan la simple
desinfestación de una casa con Zyklon B, cualquier esfuerzo físico estaba estrictamente prohibido, ya que eso habría acelerado la respiración de los hombres y de esa manera habría impedido que los filtros de la máscara anti-gas cumplieran su objetivo. Las reglas especificaban que al final de la desinfestación de un edificio, cuando era tiempo de abrir las ventanas para airear abundantemente el local, no hay que persistir en tratar de abrir una ventana que ofrezca resistencia
, sino que en cambio hay que dejarla y abrir las demás
Nunca los hombres del Sonderkommando habrían podido empezar, con toda su fuerza, la tarea ciclópea de desenredar, en una atmósfera llena de ácido cianídrico, tantos cuerpos unos de otros y arrastrarlos uno por uno a un pequeño ascensor que se conectaba con el piso superior y la sala del horno.
Yo había aprendido que, para un equipo de desinfestadores que realizan la simple
desinfestación de una casa con Zyklon B, cualquier esfuerzo físico estaba estrictamente prohibido, ya que eso habría acelerado la respiración de los hombres y de esa manera habría impedido que los filtros de la máscara anti-gas cumplieran su objetivo. Las reglas especificaban que al final de la desinfestación de un edificio, cuando era tiempo de abrir las ventanas para airear abundantemente el local, no hay que persistir en tratar de abrir una ventana que ofrezca resistencia
Yo
había tenido que esperar hasta 1978-1979 para que el diario Le Monde
publicara al fin dos textos en los cuales yo demostraba que las
presuntas cámaras de gas nacionalsocialistas eran técnicamente
imposibles. El 21 de Febrero de 1979 el mismo periódico publicó una
"declaración" firmada por 34 historiadores que me respondían
"No hay que preguntarse cómo, técnicamente, tal asesinato de masas fue posible; fue técnicamente posible, puesto que sucedió".
Ese fino trozo de imbecilidad académica era sólo una compuerta de escape
que permitió a sus autores esquivar su deber y rechazar cualquier
respuesta a mis argumentos, que eran principalmente de orden físico,
químico y arquitectónico, pero también documental e historiográfico.
"No hay que preguntarse cómo, técnicamente, tal asesinato de masas fue posible; fue técnicamente posible, puesto que sucedió".
Ese fino trozo de imbecilidad académica era sólo una compuerta de escape
Porque en una ejecución por gaseamiento la dificultad está no tanto en matar a otro sin matarse uno mismo, sino en ir, después
de la ejecución, y sacar un cuerpo impregnado de cianuro de su asiento y
de la cámara, sin ningún riesgo para nadie, una dificultad que, como ha
sido señalado, los alemanes y los miembros del Sonderkommando, por su
parte, por lo visto habrían vencido miles de veces cada día.
Abajo,
la primera foto es la de la puerta de una cámara de gas genuina para la
ejecución de una sola persona por ácido cianhídrico (HCN). Se trata de
una cámara de gas estadounidense construída según la técnica
desarrollada en los años '30 y '40. La examiné en Septiembre de 1979 en
la penitenciaría de Baltimore.
Las
siguientes dos fotografías muestran una de las puertas de una supuesta
cámara de gas para la matanza de una multitud de personas con el mismo
gas. Ésa es la "cámara de gas" de AuschwitzI (campo principal), visitada
por millones de turistas. La puerta se abre hacia
adentro, lo que constituye un absurdo ya que los cadáveres esparcidos dentro sobre el suelo le
habrían impedido abrirse.
La misma puerta, cerrada, revela dos absurdos más, ya que el gas se habría escapado tanto por el ojo de la cerradura como por el vidrio fácilmente rompible, alcanzando así la cercana enfermería SS.
adentro, lo que constituye un absurdo ya que los cadáveres esparcidos dentro sobre el suelo le
habrían impedido abrirse.
La misma puerta, cerrada, revela dos absurdos más, ya que el gas se habría escapado tanto por el ojo de la cerradura como por el vidrio fácilmente rompible, alcanzando así la cercana enfermería SS.
En
conclusión, si hay un hecho sobre el cual nosotros los revisionistas
deberíamos llamar la atención de la gente no informada, es sobre ese
acuerdo tácito de todos los sistemas judiciales, francés o extranjeros,
para no exigir jamás, durante 70 años, la menor inspección criminológica del arma homicida,
es decir, de un arma sin precedentes que habría permitido la matanza,
en proporciones industriales, de millones de víctimas, negativa que tuvo
sólo una excepción, la del campo Struthof-Natzweiler, para el cual un
examen forense produjo una conclusión completamente negativa: ninguna
cámara de gas, ningún gaseado.
Para finalizar, ante los jueces que nos juzgan,
lancemos la pregunta: "¿Qué derecho tiene alguien para amenazar con el
látigo de la ley a una persona que rechaza creer en la existencia de un
arma prodigiosa que, en setenta años, nadie ha sido nunca capaz de
describir o mostrar, ni siquiera con un dibujo explicativo?".
No puede haber ningún derecho a condenar a un hombre que preguntó a la Universidad francesa cómo exactamente tales mataderos fueron diseñados y cómo ellos funcionaron, y a quien treinta y cuatro miembros de aquella universidad lastimosamente contestaron con las estúpidas palabras ya citadas: "No hay que preguntarse cómo, técnicamente, tal asesinato de masas fue posible; fue técnicamente posible, puesto que sucedió”
No puede haber ningún derecho a condenar a un hombre que preguntó a la Universidad francesa cómo exactamente tales mataderos fueron diseñados y cómo ellos funcionaron, y a quien treinta y cuatro miembros de aquella universidad lastimosamente contestaron con las estúpidas palabras ya citadas: "No hay que preguntarse cómo, técnicamente, tal asesinato de masas fue posible; fue técnicamente posible, puesto que sucedió”
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